Cartas de Leonor No.2, brinda continuidad a una sección de la página en que se plasmarán diferentes escritos de un autor independiente.
Hola otra vez, Soy Leonor.
No me conoces y no espero que lo hagas, he dejado de existir hace mucho tiempo.
Pero mi historia merece ser contada.
La carta anterior expresaba a grandes rasgos lo que vivía con mis padres y generalmente mi vida, así que en esta carta solo escribiré una parte más detallada de mi infancia.
Como dije, soy la mayor de los hijos de mis padres, así que afronte una muy difícil situación en casa de mis padres, hoy que analizo mi vida no fue lo más difícil que afronte, pero para la edad que tenía si era lo más difícil.
No dispongo de tantos recuerdos como me gustaría expresar, sin embargo, tengo un recuerdo muy notable que he llegado a pensar con frecuencia que no encuentro explicación al haber sobrevivido.
Para la siguiente historia recuerdo haber tenido 8 o 9 años aproximadamente, ya que pretendo mi historia se base en los recuerdos más exactos que pueda brindar no daré muchos detalles, sin embargo, continúe leyendo.
Mi padre solía exigir mucho a mi madre, por lo que ella me exigía mucho a mí, así que cuando se oía el primer canto de los gallos por la mañana, mi madre me despertaba para comenzar a prender el fuego para cocinar, mi padre debía tener la comida caliente por la mañana, el y mis hermanos.
Así que me tocaba encender fuego en su cocina de humo, cosa difícil ya que en casa no había generadores de fuego instantáneos como encendedores o cerillos, así que debía frotar algunas rocas junto a pasto seco, esta era una tarea diaria que se hacía antes de que el sol se dispusiera a brillar, sin embargo, lo hice, encendí el fuego y pensé ‘Por fin podre descansar un poco más’ salvo por que mi madre decidió que debía ayudar aun mas en el desayuno.
Comencé eligiendo las gallinas que se debían sacrificar para ese día, elegí una gallina grande, procedí a sacrificar y limpiar del animal para que mamá lo cocinara. Hasta ahí todo bien, al menos eso podría uno pensar.
Resulto que mamá, olvido que el fuego se había encendido y este se apagó, la gallina que elegí era mas plumas que carne, y cuando papá y mis hermanos despertaron estaban tan molestos que uno de mis hermanos me golpeo casi tanto como papá golpeo a mamá.
Si bien el fuego se apagó, había puesto cálida el agua, por lo que mamá comenzó a gritarme para que arreglara todo antes de que papá saliera de un baño que tomaría, pues ese día debía acudir al pueblo. No supe el por qué, pero a partir de ese día, los golpes se volvían más frecuentes.
Incluso mamá comenzó a levantarme a golpes, puedo decir que lograba evitar los golpes de mamá los pocos días en que me levantaba antes del canto de los gallos.
Una ocasión mamá se enfermo y durante algunos días me toco desempeñar todas las labores, siendo la primera en levantarse y la última en descansar, recuerdo los celos que me daban mis hermanos, ellos solo salían, cosechaban, conocían personas del pueblo, incluso podían jugar con mas niños en el pueblo, mientras yo tenía que mantener todo en orden, desde la madrugada, hasta pasadas horas después de la puesta del sol.
La niñez de muchas personas es la parte mas feliz de la vida de las personas, en mi caso, la niñez es la única parte que me gustaría evitar en mi vida.
Padres, no sometas a tus hijos, por que cuando pase el tiempo solo vas a lograr que ellos se olviden de ti.
Tal y como yo lo hice con mis padres.